martes, 13 de julio de 2010

Vacío II

"Me dormí con el olor del cuero impregnado en sus cabellos cosquilleándome en la nariz, abrazado a él como un crío se abraza a su hermano en una noche oscura. Su presencia siempre me ha hecho sentir seguro, creo que me recuerda a Ykrion, algo en su manera de hablar, de mirarme cuando lo hace. Sé que es sincero, puedo leer en él, no me desprecia, no me esconde nada y tampoco yo a él. Le he contado lo que sucedió con Eliannor, le he contado que fui capaz de levantarle la mano en uno de esos vergonzosos accesos en los que la ansiedad me descontrola… nunca hay reproche en sus ojos de oro líquido, él no me juzga, puedo mirarle sin culpas y sé que me escucha en la misma medida en que yo le escucho a él. No le obligué a volver de su cautiverio entre los muertos por que Elriel me lo pidiera… le obligué por que le necesitaba, le obligué por que es mi hermano aunque no compartamos la sangre que corre por nuestras venas. He derramado lágrimas en sus manos, y sus abrazos han calmado las heridas más de lo que podría hacerlo la luz. Fui egoísta, traicioné y engañé para tenerle de vuelta, lo volvería a hacer… obligarle a cumplir sus promesas.

- Todo saldrá bien… encontraremos un remedio."


Los cascos de Desidia fragmentan la tierra cuarteada y reseca. Saltan esquirlas de fuego como si la tierra se prendiera a su paso furioso. Aprieto las riendas hasta que los nudillos comienzan a doler, ahogándome en la atmósfera irrespirable de la Península. El chirriar del cuerno de guerra que es la voz del Atracador llega en ecos a los riscos áridos que bordean el camino, la tierra tiembla y hundo las espuelas en los flancos del corcel, que galopa descontrolado hacia el valle que se abre como una herida sangrante a un lado del camino. No hay oxígeno suficiente… y ahora es fuego lo que respiro, cuando el sonido atronador del galope se convierte en un chapoteo. Y el vacío comienza a prenderse, aúlla con un millón de voces, todas ellas con un aspecto de la ira en la que se transforman el hueco y los fragmentos del recuerdo que se mantienen fijos como cuchillas rotas en la carne.

"Me mira con los ojos acuosos. No entiendo por que se emociona de esta manera, yo estoy jodidamente cabreado, cabreado por que está ciego y le veo correr de frente hacia la pared contra la que piensa estrellarse. Kirathael espera al otro lado del Bancal de la Luz, mirándonos de reojo mientras hablamos entre susurros cortantes.

- Joder Theron… te prometo que no volverá a pasar. Esta vez es distinto… hemos estado hablando, ¿sabes?. Él me quiere, quiere volver… y no veo razones para seguir sufriendo por esto.

- Es tu decisión, Nym… pero te juro que…

Me abraza. Suspiro. Cuando le miro a los ojos veo condensarse las emociones en forma de lágrimas, me guardo las palabras.

- Gracias por preocuparte por mi, Theron. Pero todo irá bien. Ahora es distinto.

Kirathael se ha acercado, impaciente por la espera, solo tengo una mirada de rencor hacia él cuando me vuelvo dispuesto a irme, dejándoles a solas. No hago promesas en vano.

- Si vuelves a joderle te juro que te mataré. "

Los ojos de los demonios parpadean a mi alrededor, como luminarias contagiadas del verde enfermizo de las pozas, sus presencias se abren al paso del corcel encabritado, su relincho resuena como un chirrido en el angosto valle anegado de sangre demoníaca, las cuencas vacías del gargantuesco cadáver del que brota nos observan de lejos. Puedo respirar, el fuego me llena y estalla en mis entrañas, grito dejando salir la rabia que me mordisquea. Desidia caracolea, se levanta sobre los cuartos traseros y parece rugir, agitando las crines prendidas de llamas que se han tornado glaucas, intento detenerla pero se desprende de mi con una sacudida furiosa que me precitita hacia el barro resplandeciente. El clamor en mi interior me ensordece, amortigua el dolor de la caída que me deja hundido en el cenagal, el olor de la sangre me azota los nervios en cada bocanada y hundo las manos en el fango intentando contener la respiración. Los aullidos me golpean los oídos desde dentro, el hambre me devora y evapora los recuerdos, me desnuda sin clemencia. Las runas en mi piel se inflaman, siento como se abren nuevos símbolos como si una cuchilla precisa y al rojo las estuviera grabando en mi carne, el fuego restalla, me alimenta y me consume en un ciclo tortuoso que parece no tener fin. Todo lo que soy, todo lo que fuera comienza a perder sentido, engullido por esa rabia ansiosa, por ese hambre insatisfecha que despierta con más fuerza que nunca, que sepulta bajo la rabia la aridez de la soledad. Algo más ha muerto en ese camastro y no solo el brillo de unos ojos de oro líquido. Algo titila, débil, y se ahoga en el fuego que impregna mis lágrimas.

Recuérdame riendo.

Te quiere ,

Nym.

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