miércoles, 7 de julio de 2010

Efectos secundarios

La brisa sopla desde las colinas de Nagrand y arrastra consigo el olor de la hierba húmeda, calentada por el sol que ya debe estar cayendo por el horizonte en aquellas tierras en las que la atmósfera aun permite divisarlo. En Shattrath no es apreciable el crepúsculo, que bañado por la luz que brota constantemente del naaru que danza en su centro se convierte en un nuevo amanecer. Nymrodel y yo dejamos colgar las piernas del balcón de los arúspices mientras observamos el haz de luz que surge del edificio central de la ciudad. Me resultan extraños algunos rasgos en su rostro, que han comenzado a armonizarse y parecerse más al alma que encierra ese cuerpo en su interior que a su anterior propietario. Sus gestos no obstante, son los mismos que recuerdo del anterior Nymrodel, la manera en la que se coloca el pelo tras la oreja, el brillo soñador en la mirada, la sonrisa sincera y límpida:

- Elriel no se ha separado de mi.- Se vuelve hacia mi, su cabello destella un instante con un brillo carmesí, es un poco menos corpulento, sus labios algo más finos.- Tengo mucho que agradeceros… y mucho a lo que adaptarme.

Le veo torcer el gesto y volver la mirada hacia el bancal de nuevo. El entusiasmo con el que me ha recibido ha quedado olvidado, parece avergonzado, cansado a un nivel psíquico y por la manera en la que se encorva, dolorido a un nivel más físico:

- Supongo que es cuestión de tiempo, Nymrodel. Has estado… atrapado mucho tiempo.

- Apenas recuerdo eso. Me despierto por las noches gritando, asfixiándome, y no soy capaz de recordar más que negrura. No quiero recrearme en eso, estoy decidido a salir adelante. Me habéis dado una oportunidad, una vida nueva, y no voy a… desperdiciarla como hice anteriormente.

- Has sobrevivido íntegro a esto, es una lección que te estás dando a ti mismo.

- He sobrevivido.- Me corrige, y le observo ladeando la cabeza con un gesto interrogativo.- No puedo decir con certeza que mi integridad siga ahí. Hace unas semanas no era capaz de moverme de la cama, Theron, he vuelto a nacer… pero hay cosas a las que no logro reponerme.

Hay un leve regusto angustiado en su voz. Su estado ha mejorado considerablemente, si, pero bajo sus ojos se marcan unas sombras violáceas, su piel se ha tensado sobre los pómulos y parece haber perdido algo de peso. Cuando fija la mirada en mi, parece adivinar en qué estoy pensando.

- Tengo hambre… constantemente. – Dice en un susurro y por un momento veo un destello confuso en su mirada.- No importa cuanto coma o qué coma, no me llego a sentir saciado y si en algún momento lo hago apenas dura unos minutos. Con la bebida me pasa igual y por las noches me desvelo, si consigo dormirme cuando el amanecer ya está cerca me despiertan las pesadillas… creo que no he conseguido dormir ni alimentarme en condiciones desde que desperté.

- Te estás adaptando… tal vez sea un reflejo de lo que has experimentado mientras estabas atrapado o…

- O un efecto secundario del ritual.

Asiento cuando completa mi frase y le observo en silencio, preocupado. Me da la impresión de que de seguir así acabará por consumirse, pero sea lo que sea lo que le impide la asimilación de los alimentos y el descanso, estoy seguro de que tiene una solución. Nada me parece lo suficientemente alarmante habiéndole tenido al borde de la desaparición absoluta.

- Elriel me trae distintos tipos de alimento… a veces me siento como una cobaya en manos de un alquimista chiflado.

- Un adolescente chiflado y además sacerdote.- Le corrijo.- Lo cual da más miedo.

Se ríe. El timbre de su voz me resulta extraño, pero su tono es el de siempre, suave y modulado. Se pone en pie y se estira, haciendo un alarde de la habilidad que ha desarrollado en su nuevo cuerpo, y para rematar su demostración me abraza con fuerza cuando me levanto, golpeándome la espalda con firmeza.

- Dentro de unos días comenzaré el entrenamiento en serio. Ya he comunicado a los arúspices mi disponibilidad, estoy esperando a que me comuniquen mi destino.

- Ándate con ojo, no te vayas a olvidar de caminar.

- Mientras no vaya a olvidar otras cosas. – Se encoge de hombros, apartándose y fija los ojos del color de la hierba fresca en los míos, suspirando.- Gracias Theron… eres un buen amigo.

Le observo volver hacia la posada de la Grada, mientras cruza la capilla en penumbra, y un cosquilleo de esperanza me hace esbozar una sonrisa. Está de vuelta y nuestros lazos se han estrechado en el tránsito doloroso que está viviendo, al que le hemos empujado por no dejarle en brazos del olvido. Es una sensación extraña… el mundo parece menos vacío y menos pesado de pronto.

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