jueves, 8 de julio de 2010

La promesa del Pastor III

- No lo hemos tocado.- Una voz femenina, entre susurros.- Sangrevalor ha dicho que es de los nuestros.

- Dicen que volvían a levantarse… y sus heridas se cerraban al instante. Tenían esas mismas runas. ¿Por qué no le han ejecutado?

- Luchó para defender a los Caballeros del ataque, cuando le subieron estaba casi consumido. Y es uno de los hombres del Fénix de Sangre.

- ¿Ha despertado ya?

- No… esa herida es terrible, aunque su vida no corre peligro. Parece que el arma con la que le hirieron estaba contaminada.

- ¿De que?

- Aun no lo sé.

Oigo los pasos alejarse. Tengo la impresión de estar sobre la cubierta de un barco que se mece de un lado a otro sin ninguna estabilidad. Cuando abro los ojos, veo a Eliannor sentada, pálida y ojerosa, sujetándome una mano mientras aferra con la otra la mano de su marido inconsciente en el camastro contiguo, la observo en silencio, recuerdo con meridiana claridad todo lo ocurrido y no tengo ninguna palabra de consuelo para ella… ni para mi. Se levanta como un resorte cuando se da cuenta de que abierto los ojos y me ayuda a incorporarme, apartándome el cabello del rostro y dándome de beber. No había sido consciente de la sed que tenía hasta este momento, casi vacío el odre y aun me muerde la sed las entrañas, pero no es agua lo que necesito.

- Lo vieron brillar en la isla donde nacen los dracohalcones.

No respondo, me escurro de nuevo hasta la cama, asintiendo. Iradiel se incorpora de pronto, aferrándose a su espada y soltándola cuando el dolor de la herida vendada le asalta. Le oigo quejarse pero no me vuelvo. Todos estamos vivos… más o menos enteros. No sé si me siento aliviado, tengo la imagen de esos elfos grabada en la mente, como se grabaría el rostro de un hermano que te traiciona, o los ojos de una pesadilla terrible a la que de pronto descubres parecerte. Sé lo que hay en su sangre, como todos saben lo que hay en la mía… sé por que los sanadores me miran así y sé de qué estaba contaminada la espada que hirió a Iradiel.

- Quel’danas. – Murmura Iradiel, apretando los dientes mientras Eliannor le humedece la frente, aliviada al verle despierto.

- Iremos… - Los tres asentimos.- Habrá respuestas… ahora… recuperémonos.

-Si estás allí… bastardo… maldito bast… ¡agh!.

Aprieto los dientes al escuchar el quejido de Iradiel. Apenas tengo fuerzas para que me arda el corazón con la ira… la de todos está adormecida bajo el cansancio y el dolor. No sé si quiero las respuestas, solo quiero que termine la mentira.

2 comentarios:

  1. Necesito más, me has dejado con la miel en los labios y apenas la he podido saborear. Pero, sobre todo... ¡¡¡NECESITO A THERON!!! >.< *le ha salido la vena fangirlística*

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